Línea Cuerpo y Mente

Por lo general el inconsciente colectivo tiende a pensar que el cuerpo se pone enfermo y que hay que tomar medidas para luchar contra la enfermedad. Como nuestra mente creadora proyecta sobre el mundo nuestras creencias y pensamientos, la vida nos ofrece todas las oportunidades para luchar contra nuestros síntomas, temer no estar suficientemente protegidos para no sufrir y, por lo tanto, hacer cosas muy raras para sanarnos buscando nuestra solución siempre afuera, muy difícil de conseguir. Un ejemplo de ello es probar mil medicamentos distintos y que no nos sirva ninguno, buscar el médico privado más caro de la zona, o asignarle poderes mágicos de sanación a objetos poco comunes mientras hacemos dietas especiales.

Este pensamiento que prácticamente todos alimentamos en mayor o menor medida nos lleva al sufrimiento y a la irresponsabilidad de nuestras propias vidas, sin entender porqué nos suceden ciertas cosas. Y es que si no salimos de este paradigma, nos vamos a mantener girando en un círculo sin fin, dándole vueltas a nuestros problemas sin hallar la solución que se nos va a repetir en nuestras vidas.

La propuesta de hoy es tomar conciencia de que la mente es la que enferma el cuerpo y que lo único que nos puede sanar es el hecho de dejar de alimentar un paradigma de miedo, separación y sufrimiento para dar paso a uno nuevo libre de juicio, congruente y en ausencia de creencias limitantes.

Una forma de conseguir esto es tener amor propio, comprender que solo nos podemos hacer daño a nosotros mismos a través de los demás y entender de forma holística nuestro árbol genealógico aplicando el perdón, porque sabemos que somos merecedores de todo lo mejor. Una vez hagamos esto que está al servicio de cada uno de nosotros instante tras instante, no habrá otra más que ser coherentes emocionalmente y vivir en una constante armonía libre de situaciones conflictivas.

En ese momento comprendemos que sólo conociendo y observando nuestro interior, reconociendo nuestros programas y proyecciones, podemos cambiar el paradigma desde el que nos movemos para que nuestro cuerpo y circunstancias en la vida también cambien.

Si te interesa recibir un acompañamiento que te lleve a una salud completa a través de la toma de conciencia, puedes pedir cita rellenando el siguiente formulario. Consultas presenciales y online al 75% de descuento:

 

Un Curso de Milagros nos dice que solo existen dos tipos de emociones: Miedo y Amor. Todo lo que parezca ser una emoción distinta deriva de una de estas dos. O vivimos en un lado o vivimos en el otro, no pueden coexistir las dos en el mismo instante.

Durante nuestro día a día pasamos por una inmensa diversidad de situaciones y el quid de la cuestión no es lo que hacemos, lo que nos hacen o lo que dejamos de hacer sino el estado emocional que tenemos en el momento que pasamos por esas situaciones. Una persona que esté aprendiendo a tocar un instrumento musical puede tener una sensación permanente de no ser capaz de hacer sonar bien ese instrumento, de sentirse inseguro a la hora de tomar las posiciones correctas para las distintas notas, preocuparse por si a los demás no les va a gustar como toca…

En ese momento, como es de imaginar, estamos en el lado del Miedo. Sin embargo, es importante ser conscientes de ello porque está comprobado que escribir sobre un papel qué tipo de emociones estamos experimentando en una situación concreta nos puede llegar a generar grandes beneficios. Este simple ejercicio hace que se active la zona prefrontal izquierda de nuestro cerebro que es la misma que controla las emociones que nos generan placer como la felicidad, y en el momento en el que ponemos esta zona cerebral en funcionamiento automáticamente aminora la intensidad de la emoción desagradable que está siendo experimentada.

Ésta es la base de nuestra salud. Si ya sabemos que las emociones afectan a nuestro organismo, ¿por qué no nos paramos a ser conscientes de qué emociones estamos experimentando en cada momento para así aprender a controlar nuestras emociones? Si lo hiciéramos, evidentemente, tomaríamos decisiones coherentes con nuestros objetivos y actuaríamos en consecuencia creando un entorno saludable hasta que al final lo haríamos automáticamente sin ni siquiera pensarlo.

Esta es la propuesta, observar nuestras experiencias para aprender a gestionar nuestras emociones y transformarlas para vivir en el Amor, dejar de interpretar hechos y dejar de juzgar por un instante. No hay un manual de instrucciones para entender cómo hacerlo puesto que cada persona pasa por sus propias experiencias en su día a día y, por tanto, tiene un aprendizaje y síntomas distintos. En realidad es simplemente una decisión.

Cuando vivimos en el Miedo también es importante saber a qué tenemos miedo: ¿A que las cosas salgan mal, o a ser conscientes del potencial que alberga en nuestro interior?

Vamos a dar luz a los errores más frecuentes que nos mantienen alejados de la abundancia para tomar conciencia y así poder transformar estas tendencias:

  • Sentir que perdemos dinero cada vez que regalamos o pagamos cualquier cosa a alguien: suele pasar cuando tenemos la creencia de que todo es caro y de que tenemos poco. A fin de cuentas, lo importante no es cuánto dinero tenemos sino cómo nos sentimos teniendo esa cantidad de dinero. Si lo dejamos fluir o lo retenemos, si tenemos miedo a perderlo o confiamos en la inversión que estamos haciendo. Es importante confiar y saber que si regalamos lo hacemos sin buscar nada a cambio, sin expectativa alguna y que si pagamos nos estamos haciendo un regalo a nosotros mismos porque nos lo merecemos.
  • Hacer todo lo posible para pagar con creces lo recibido: es equivalente a creer que no somos merecedores. Tenemos que complicar las cosas rechazando lo que nos dan porque es demasiado para nosotros, y si lo aceptamos tenemos que dar mucho más de lo recibido sino nuestra imagen hacia los demás se verá deteriorada. Sin darnos cuenta estamos luchando contra nosotros mismos, metidos en un diálogo interno de creencias absurdas que nos mantienen en la necesidad y la carencia. Si alguien nos ofrece alguna cosa sin exigirnos nada a cambio simplemente deberíamos mostrar gratitud. Desde este lugar es imposible estar en deuda con nadie, el error es tener la ilusión de que no merecemos disfrutar el regalo que nos dan y no podemos aceptarlo para decir «Gracias» plenamente.
  • Tener miedo a pedir: es pensar desde la escasez y creer que no somos merecedores. No cobrar por dar un servicio, no atrevernos a pedir dinero por dar un servicio o hacerlo con sentimiento de vergüenza e inferioridad nos mantiene atrapados en una ilusión irreal de pobreza. Y al mantener esta ilusión la vida nos dará toda la abundancia para vivir experiencias en las que nos sintamos pobres.

Todo esto son regateos que se hacen con la culpabilidad. Pero lo importante es observar sin juicio nuestras creencias limitantes al dar y recibir, y a ser posible incluso reírnos de ellas aprendiendo la lección que hay detrás para liberarnos  del pasado y, por tanto, transformar nuestro futuro. Muchas veces caemos en la trampa de darle vueltas al cómo hacerlo o preguntarnos si realmente va a funcionar pero lo único que hay que hacer es abrirse a hacer un cambio de mentalidad, simplemente tener la voluntad de transformar nuestras creencias; cada vez que damos sentir que es imposible perder nada porque lo tenemos todo eternamente, cada vez que recibimos nos sentimos agradecidos por lo que la vida nos está ofreciendo, cada vez que pedimos nos sentimos en pleno derecho a hacerlo porque somos merecedores de lo mejor.

Estamos tan acostumbrados a medir con exactitud el mundo dual en el que vivimos que el título de esta entrada nos parece una idea descabellada.

«¿Qué hora es?» y «¿cuánto falta?» son ejemplos estrella de preguntas que nos mantienen atados en esta posición. El tiempo es relativo, y cualquier persona que esté leyendo este texto lo ha experimentado más de una vez en su vida. Con esto quiero decir que una espera de diez minutos en una cola para recoger un ticket de avión se pueden volver eternos y, en cambio, una espera de diez minutos en el portal de un colega mientras hablo por teléfono con mi pareja pueden pasar volando. Es decir, que dependiendo en qué contexto y situación nos encontramos percibiremos el tiempo de una forma u otra, hecho que está muy relacionado con las emociones.

Cada vez que sentimos ansiedad estamos preocupados por el futuro, lo que está por llegar o lo mal que puede salir una cosa. Si sentimos depresión estamos preocupados por el pasado, lo que ya ha sucedido y lo mal que hicimos una cosa. Y vivimos así día tras día, olvidándonos de que lo único que realmente existe y es real es el instante presente; un regalo único que nos brinda la vida. Disfrutar de él es simplemente una posibilidad que emerge de una decisión tomada desde la felicidad y la paz interior pero somos muchos los adictos a las ilusiones. Ver aquello que no se puede ver en el instante presente, aquello que no está aquí y ahora o, también, ver lo que pasa a nuestro alrededor poniéndonos las gafas de la culpabilidad, el miedo y la separación.

Instante tras instante estamos eligiendo dilatar o contraer la percepción de esta magnitud irreal: el tiempo. Y solo desde el momento presente podemos asumir lo que sentimos, ser lo que somos, tomar conciencia, perdonar, hacer un cambio de percepción, etc. mientras nuestro cuerpo hace cualquier cosa. Cuando esto sucede nuestra mente se encuentra en un espacio-tiempo infinito, un lugar en el que el tiempo no es real y las posibilidades no tienen límites. Y solamente nosotros podemos tomar esa decisión: ¿qué decidimos?

Para nuestro ego esto es un gran ataque que desmonta todo su sistema de pensamiento y de creencias muy arraigado en el inconsciente colectivo.

Para él toda situación por la que pasamos que nos disgusta es debida a que alguien externo a nosotros ha hecho algo que no está bien, es decir, que nuestra situación desfavorable, malestar físico o psicológico lo tenemos por su culpa. Pero hay que entender como dice UCDM que «Todo aquel que esté involucrado en una situación desempeñará el papel que le corresponde» y que nos encontramos continuamente con maestros que nos ayudan a ver aquello que sin ellos no podríamos ver por nosotros mismos; desde todas las personas que nos impiden llevar a cabo el proyecto de nuestra vida hasta el hombre que se ha saltado una señal de tráfico y ha chocado contra nuestro coche. Esta visión radica en ver a los demás desde una mirada inocente y sin juicio que hace quitar al ego de su sitio para dar paso a una paz interior en la que sabemos que todo está bien.

Volviendo al título de la entrada nos podemos preguntar en qué momento hemos pedido que nos pasen este tipo de cosas si ni siquiera pedimos nada a nadie o deseamos todo lo contrario. Bien, como observadores de un mundo, al que podemos llamar campo cuántico, somos emisores-receptores de ondas con ciertas frecuencias y como tales estamos constantemente emitiendo ondas cuyas frecuencias varían dependiendo de qué emociones, sentimientos, creencias, pensamientos e interpretaciones hacemos sin poder evitarlo. La calidad de éstas, que suelen mantenerse fijas durante mucho tiempo y se instalan en nuestra mente durante nuestra infancia o mediante epigenética conductual y engramas, van a amoldar el campo cuántico que vemos respondiendo a las ondas que emitimos o, dicho de otra manera, a lo que hemos pedido. Repercutiendo así en las personas que nos encontramos en nuestras vidas, ya sean pareja, compañeros de trabajo, etc.

Es muy importante ser conscientes de que somos responsables de todo lo que nos sucede, estar alerta y ver con honestidad que sentimos en nuestro interior en cada instante. Si hay miedo a que nuestros proyectos triunfen, a que fracasen, si nos acompañan las personas que realmente queremos en este proyecto, qué percepción tenemos de nuestras habilidades y en otro caso si por ejemplo tengo un accidente mientras voy de camino al trabajo preguntarme si de verdad estoy a gusto en él, si quiero hacer un cambio importante o seguir como hasta ahora, si sigo allí por miedo a no encontrar otra cosa mejor, etc.

Como siempre la simple teoría de poco sirve, y podemos leer y leer libros de autoconocimiento, desarrollo personal y demás pero la aplicación siempre depende de nosotros mismos. Si lo ponemos en práctica a veces y con ciertas personas o sin excluir a nadie de esta visión sin juicio, inocente y de aprendizaje. Esta decisión repercute en ver las cosas de una manera u otra y por lo tanto vivir unas circunstancias concretas.