El lenguaje que utilizamos influye en nuestra vida cotidiana

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De momento, hoy en día, para poder transmitir lo que pensamos a las personas que están a nuestro alrededor es imprescindible la utilización del lenguaje; ya sea verbal o no verbal. El tono, volumen, palabras utilizadas, mirada, expresión facial, postura del cuerpo son ejemplos de propiedades que siempre van a indicar la percepción que tenemos de nosotros mismos, esto es, va a hablar de lo que creemos que somos.

Si tenemos una creencia limitante interiorizada de forma inconsciente, como por ejemplo: «no valgo», cuando tratemos de lograr un objetivo, lo más probable es que sin darnos cuenta y de forma incontrolable nuestro diálogo interno se inunde de pensamientos entorno a esa creencia («no me va a salir bien», «no vale la pena ni intentarlo», «esto es imposible», «no se me va a dar bien»…) y por tanto tengamos dificultades para lograr nuestro objetivo marcado.

Esta mentalidad influye también a la hora de comunicarnos con personas de nuestro entorno, si encuentro dificultades para conseguir un objetivo y esto me afecta al creer que «no valgo» implicará que en consecuencia mi estado emocional se adapte, favoreciendo así que mi sistema nervioso se altere aumentando mis pulsaciones, agitando la respiración, sudando… Y así tal como nos comunicamos con nosotros mismos nos comunicaremos con los demás: a través del miedo, con sentimientos de inseguridad, nerviosismo y desconfianza.

Resulta obvio entonces, que solamente los pensamientos (resultado de nuestra propia percepción) son los responsables de alterar el estado de nuestro cuerpo físico. Por tanto, seguir un tratamiento a base de medicación externa es útil y muchas veces necesario pero es imprescindible cambiar de percepción para resolver de raíz el problema, al que muchas veces llamamos enfermedad, cambiando nuestras creencias limitantes.

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